jueves, 26 de enero de 2012
Santiago Quelal Pasquel: LA PASTILLA TONIFICADORA (HISTORIAS DE RECICLAJE) SANTIAGO QUELAL PASQUEL
La Pastilla Tonificadora
Use la pastilla tonificadora
para quien no guste del Trópico
---Germantillo---
Desde niño he sido un alcohólico empedernido, me gustaba la cerveza, el champagne, el vodka, el norteño, el ron y sobre todo el Trópico seco con Tampico de naranja o Fruit de limón. Mi primer destello sobrelunar del Trópico lo probé atrás de la chanchera del colegio, mientras le bajaba la falda a la Pichuchos y le mordía el cuello. ¡Éntrale maricón! Gritaba el LLumitasig mientras se revolcaba con la Sol en la cancha de fútbol ¡Después tenemos que darles! ¿O quieres irte al chongo? Yo ni siquiera sabía que era un chongo, pero para no quedar mal, le dije: bueno. El momento en que estábamos casi desnudos y sudaba como un cerdo en brasa, por la emoción; saca la cabeza el Germantillo por un costado de la casa abandonada y dice: Use la pastilla tonificadora, para quien no guste del Trópico y se echa a reír como un maniático sexual. Esta pastilla te va a hacer volar por los aires, incluso recordarás a la Amanda. No lo pensé ni un instante y molí las tres pastillas de un tirón y puse en la botella y bebí como los dioses. Al momento mi querida Pichuchos era una mariquita voladora, el Germantillo se convirtió en Condorito, y el Llumitasig con la Sol flotaban en un mar con gallinazos muertos. Recuerdo mojarme los pantalones y pedir ayuda a mi mami.
Años después estaba en la Facultad de Jurisprudencia, bebiendo cuatro botellas de norteño, marihuana y base de coca con un grupo de metaleros: hablando de la madre Teresa de Calcuta y bandas de Rock. Yo no sabía nada de aquello, pero balaba como oveja. Cuando los vi ya dormirse y cantar una canción de Basca, saqué la pastilla tonificadora y grité: ¡Abajo esta realidad de mierda! Recuerdo pasear por el camino que va hacia la costa, y amanecer botado a un costado de la vía. Cuando desperté vi a un hombre con un sombrero de pana y traje de león. El me preguntó que quería ser y yo: le dije que quería ser escritor. Al parpadear nuevamente, me dio una casa para escribir una novela, me presentó a sus amigos y me ayudó a seguir fabricando la pastilla. Cuando me di la vuelta y vi al sol en su cénit, me encontré en un matadero de caballos de un mercado gritando ¡No los maten!
Ahora estoy recorriendo los bares de la ciudad, disfrutando de mi mercancía. Me gustan los bares donde hay jovencitos que hablan de sexo, drogas, rock and roll y literatura. Aquellos bares donde te puedes sentar todo un día, sin nada más que conversar, reír, y llorar sin ESPADA ( Alcohol) y sin ESCUDO (Cigarrillo); es decir pocos… Aunque a decir verdad me gusta ver a los jovencitos emborracharse como yo lo hacía, a las niñas llorar (me alimento de sus chakras). Cuando elijo a mis compas me siento junto a ellos y me nutro de ellos, yo les hablo de mis viajes y les cuento lo que estoy escribiendo. Ellos me miran con atención y me dicen: ¿Una copita? No gracias, ya no bebo. ¿Un tabaquito? No gracias, no fumo. Luego hablo:
Saben muchachos, he vivido muchas vidas en muchos cuerpos y he sentido el semen y el útero de otros resbalar por mis entrañas. He sido alcohol y acetona, he sido Bebetina y Finalín, he sido puta y chulo a la vez, mariquita y saltamontes, gallinazo y sangre, hijo, padre, madre; abogado y escritor; rockero y onomatopéyico (gusto musical por los vaivenes y sonidos de la naturaleza) Yo soy la escritura muerta tonificando bares.
Ellos anotan todo lo que estoy diciendo. Yo les digo que no es necesario. Ellos no quieren hacer caso. Son estudiantes ardientes.
En una ocasión un muchacho rollizo, parecido a un griego con mostaza, que estaba borrachísimo me pregunta. ¿Cómo se compone esa pastilla?
+++Qué pastilla. Yo no te hablé de ninguna pastilla.
==== ¿Estás seguro? Quiero saber que compone esa pastilla.
+++++ ¿Sabes qué? Entra al baño, que estás a punto de vomitar--- le digo.
Mientras disfruto del sonido del vomito verde y rojo, me voy riendo a la mesa que da a la Gran Avenida.
la pastilla tonificadora está funcionado en una nube de televisión muerta.
Esa nube hermafrodita me anima y me excita, me hace bailar y llorar de entusiasmo. Soy el primer cliente de la tarde, ellos abren la puerta para que entre y comiencen las tertulias en la campana del cielo.
Voy entrando en tono…
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