EL ÚLTIMO TRAGO
Ya no sirva, querido amigo sin rostro
que lo recordaré en mis fiestas internas
en este momentum ¡Ad-Hoc!
He mirado la calle hace un momento y no veo más que dientes de zorro muerto en medio de un lodazal. Sangre, sudor de vagina muerta, amebas con lodo y salchipapas. Lenguas, ojos, falos, poros metálicos, corazones sedientos de orgasmo y licor, música y sexo interno. He venido con mi alter ego de niño y lo he de arrojar para siempre por el culo de la luz de néon que me alumbra, mis compañeros me abrazan y me piden a gritos que sea su amigo para siempre: YO ME NIEGO como perra en celo.
Es la fiesta más alienada que he visto en mi vida, todos cantan a la ciudad por su independencia española, mientras a mi lado está alguna amiguita jugando con su bandera y un sombrero taurino. Yo estoy entrado en copas y grito ¡A tomar por culo! La pura verdad es que quería destruir y que me destrocen, quería buscar problemas, quería destapar la estupidez humana.
Todo a mí alrededor era guerra, cada mirada era un abismo perpendicular que bajaba a mis intestinos y me revolvía. Cada una de sus bacterias alineadas y rectilíneas se proliferaba para envenenar mi corazón y me sentí podrido. No podía moverme, ni bailar, ni siquiera escupir; entonces me acordé del final de una película de Jodorowsky cuando el personaje se suicida con aceite, me abro paso a codazos en medio de la multitud y frente a toda la masa nuclear de taurinos, me siento en la posición de flor de loto, alzo la botella de canelazo y la vierto entera sobre mi cabeza, enunciando el grito de mi independencia:
Salta sobre la muchedumbre muchacho, que la noche es virgen. Escúpela, destrózala, revuelca sus auras en un charco de TÚ sangre, que ahora por fin será TÚ último trago.
Decenas de ojos me vieron como si hubiera aterrizado un extraterrestre. Los quedé viendo a todos los que me rodeaban y les grité: No pierdan detalle, que está la última copa de mi vida, y pierdan cuidado si hay desastres; seguido a este preámbulo abracé a mis compañeros, y grité: Miren al cielo, va a caer una lluvia del demonio, corrí a buscar al Tequila, mi compa que hacía cortometrajes, le sujeté de las solapas y le imploré: ¡Mierda tienes que filmar todo esto! Entonces el Tequila subió a traer la cámara y me filmó bailando salsa y merengue en círculo con TODA LA GENTE, con la reina del barrio, con la señora de los motes, con el señor de las salchipapas, con los conserjes, con la suegra de fulano, con el compadre de mengano. Luego de media hora de euforia el sudor me brotaba hasta por los ojos, así que aparté camino hasta el centro con otra botella de canelazo y me la vertí entera en mis testículos gritando:
¡Viva el baile interno. Perros, repetidores, borregos, mierdas! ¡Viva la fiesta, que alegría! Mira como bailo salsita, reggaetón y banda. ¡Viva el baile ardiente! Haber… ¡Héchame agua perro policía, méteme la ley por el músculo esternocleidomastoideo, ven asesino abogado, te voy a denunciar en la campana del cielo, en el concilio rectangular: te voy a meter mi titanio de frambuesa por los corpúsculos solares.
Eso era todo de mí. Sonreí como nunca. Esperé los puñetazos, las patadas, los empujones: pero nada. Sólo faltaba música: entonces comenzó el rock and roll. ¡Aaaahhhhh! Miren mis células como bailan, miren mi aparato de golgi como disfruta el aguardiente… Miren mi estómago: baila como chicle en una cisterna de aceite… Alégrense, baile niña taurina, disfrute señor presidente y también de su mujer. De nuevo abracé a mis compañeros y les grité: Perros sedientos asquerosos, para que quieren a un amigo. ¡Yo no tengo amigos! Un compañero que le había adulado que era guapo, que era lindo, que bailaba bien, que era una bestia con las mujeres, pero su mujer no me parecía nada agradable me quedó viendo y me dijo:
---Quieres entrar al grupo de nosotros, nos caes bien--- No respondí, solo le di la mano. El resto del grupo se asustó tanto, que me les reí en la cara.
Un viento abrasador rodeó mi pierna derecha, cuando bajé mi vista, tres puñetazos como ráfaga se estamparon en mi boca. Al ver de frente otra vez: vi el pavimento y un charco de sangre.
Cuando despierto estoy completamente desnudo en el centro de la pista de baile que ahora es un lodazal.
Un payaso y un mimo se reían de mí, mientras contaban chistes de animales.
¿Un trago, compa?
-Disculpe. No sé de qué está hablando.
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