Ari in the shungo literario ioripoceido.z.k.p
Respira hondo, sácate la tachuela del zapato y véndela por un libro que te guste. Los intereses han de ser cobrados de las medias de tu calcetín o en los sostenes flotantes de lasciva. Que obsequios rotos encuentres ahí, ése no es mi problema. La cara del bibliotecario se ha de fruncir en señal de hambre monetaria. No tengo más que darte, solo hay ira en mi corazón y un terrible SI en el espejo cóncavo de Borges. Me dices que es bueno trabajar, aunque sea de lameculos de alcantarillas. Ya verá en que trabajo el cabrón. Por esta vez recibirás un doble tomo de Silverberg que tiene sabor a ron con hemorragia, pero si me limpias el cochecito de libros. Aceptaré con gusto. Encógete de hombros, desabróchate la bragueta, saca el canario o golondrina y orínate en los escaparates en los libros que te dibujan un mapa conceptual de la vida. Porqué no has de hacerlo, él te a dado una palmadita con frambuesa de erección cosmológica. Es algo increíble mearse en un estante de Sopault ¡Ups! perdón-- y verle la cara de vela menstruada al Shungo, es como escupirle en el hocico a la asamblea mundial del arte y el amor. Hola shungo ya está, voy y le digo. Arremetidas de colibríes se dirigieron hacia mi pecho lleno de babas de sangre. Mira como ha quedado, me advirtió, mirándome tras el espejo. No corro, ni me escondo, tienen que erigirme una estatua. Sonrío y él llora como un payaso tirando a una cabrita en celo. He ascendido en la escalera del éxito y por fin puedo comer libros tras los barrotes de una calle de cristal.
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