jueves, 26 de enero de 2012

Santiago Quelal Pasquel: EL SUENO DEL IMAGINARIO (HISTORIAS DE RECICLAJE) SANTIAGO QUELAL PASQUEL

                            El Sueño del Imaginario
        Dedicado a la Facultad de Filosofía
Pensamiento y Rebeldía & Ja, ja, ja
   
TODOS LOS DÍAS SALIR Y LLEGAR, DIRIGIRSE, INTENTAR, SUCEDER…
La regla es reclamar una línea que te lleve del punto A al punto B, si tienes suerte la Universidad de la Vida se complacerá en llevarte y traerte como el vaivén de una brisa; en dejarte o inmovilizarte.
Un día el viento sopló fuerte en mi vida, tan fuerte que hizo añicos esa línea y se convirtió en una curva, esa curva idílica que me hizo olvidar cada punto de la antigua línea: soñando en una espiral infinita.
La normalidad te somete a creer que la curva no es infinita, que lleva un inevitable inicio y un deseado fin. La magia del imaginario ordenado quedaba relegada para el desorden mundano de la destrucción de la risa académica.

EL LIBRO QUE SE OLVIDARON LOS REVOLUCIONARIOS.
Ese día no se detuvo el sol y los astros fueron propicios para que mi risa sardónica empiece a engendrar puntos imaginarios dentro de la curva. Repetía ecuaciones tratando de sacar un punto C mientras desayunaba SUEÑOS.
Salí de mi casa a la calle donde protestaban revolucionarios académicos, con  quien conversé la forma de promover un ámbito lacrimógeno frente a los profesores por los problemas políticos. Algunos profesores me sonreían formando partidos políticos dentro de una luciérnaga fosforescente.
Seguí alegre y despierto mientras los revolucionarios se despidieron por la calle A y otros por la B. Yo me fui por la desolada calle C donde pude recordar aquella luciérnaga explosiva en mi mente; la verdad es que estaba harto de la ir a clases pero tenía una prueba de Filosofía, así que me fui por la calle C para que no me perturben.
En un basurero donde orinaban los borrachos de una cantina de la calle C, encontré un perro que olisqueaba unas fundas de papas fritas Mc Donalds, este perro pisaba un libro. Entonces corrí a mirarlo y el perro comenzó a ladrar con furia, lo alejé con un palo y alcé el mamotreto húmedo. Era un libro  voluminoso con pasta roja, el título decía: Revolución aquí y en la China.

LAS BASURITAS COMIENDO FILÓSOFOS
Me subí al bus y me senté en el último asiento. Abrí la ventana. El libro hablaba del revolucionario que había en cada uno de nosotros, y que toda la política era ineficiente. Revisando el libro encontré un capítulo donde hablaba de comer filósofos:

cómalos con salsa de tomate y mayonesa, esto es un placer, decía. La frase mágica es: basuritas comiendo. Repítala 3 veces.
Repetía la frase como un loro, hasta que el calor de la cortina en la ventana me hizo dormir y soñar. Despertando observé la cabeza de la persona que estaba enfrente mío con una basurita blanca en la punta de la cabeza. ¡Caspa! Pensé. Observándola por un momento vi que se movía desde la punta de su cabello hasta su cuello. ¡Rayos del sol! Pensé. Cerré la cortina. Entonces vi como cien basuritas pequeñas invadían todo su cuerpo. Temblé.
Comencé a desesperarme y cerré ese libro. Abrí el libro de Filosofía que me pidieron en la Universidad y leí a Sócrates y su mayéutica. Entonces leí que era importante el diálogo, pero en el bus nadie hablaba con nadie. Cuando alcé la vista me aterroricé que la persona que estaba enfrente comenzó a conversar con una chica que estaba a su costado, era de estatura media y cabello hasta la cintura, tenía un lunar sobre los labios, era muy atractiva. La duda me asaltó ¿Quién era él? ¿Era hombre o mujer o…?
Estaba sudando frio, porque se convirtió en un albino.

EL PENSAMIENTO ME ESPERABA EN LAS GRADAS DEL HEMICICLO.
No sé si alguien presenció lo que yo vi, como ese ser se convirtió en un albino. ----No pudo ser otra persona--- me decía mientras llegaba al hemiciclo de la Facultad.  ¡Que alivio más grande fue ver a mis compañeros de curso! Estaban estudiando para la prueba de Filosofía sentados en las gradas.
Me senté junto a ellos para seguir estudiando lo que decía Sócrates. De repente tuve unas ganas de tomarme un café, fue raro porque nunca he sido adicto al café, es más me daba asco. Cuando revisaba mis bolsillos, me di cuenta que no tenía dinero, ni siquiera 5 centavos para ir al baño. ¡Me robaron en el bus, mientras dormía!--- pensé-- En el bar estaba una amiga que era adicto al café y al cigarrillo, como siempre estaba haciendo dos o tres cosas a la vez: fumar, tomar el café y leer a Bram Stocker.
No me importó estar sin dinero, lo que hice fue robarle la mitad del vaso de café, como era una adicta empedernida se molestó y se alejó de mi. El café tranquilizó mis nervios y me olvidé de esa prueba y sólo pensaba en las basuritas blancas y en el libro que se olvidaron los revolucionarios.

UNA PRUEBA A OJOS CERRADOS
Como siempre llego al último en las pruebas, me quedé sin banca, para colmo el profesor de Filosofía estaba molesto por los atrasos. Venga, siéntese en el escritorio, no quiero que perturbe a los demás cursos—me dijo— El primero de cada fila  recoja 10 centavos para las copias— No tengo, le dije al profesor, luego le pago. No me dijo nada, pero nos quedamos viendo con un odio rojizo.
Eran 3 preguntas de reflexión. Me reí en frente de todos por lo fácil que estaba la prueba, una de ellas decía: ¿Dios creó a los seres humanos o los seres humanos crearon a Dios? Como era una pregunta de juego, escribí: El ser humano soñó a Dios cuando se dio cuenta que estaba despierto. Luego se amaron hasta la eternidad. La siguiente decía ¿Qué es el Mito? Y la última era de colocar un mito mundial y otro personal. Lo gracioso es que el ejemplo valía la mitad de la prueba.
Para el mito mundial redacté la historia real de los atentados del 11 de septiembre en las torres gemelas y el Pentágono con las diversas pruebas para refutar la versión oficial. En el mito personal escribí todo lo que me pasó en el bus, donde yo era el Dios creador de las basuritas blancas que comían filósofos, que con el tiempo se hizo luz eterna y creó al ser humano.
Era un ser de luz, un albino, sin vellos porque todos sus nervios funcionaban mediante el proceso de electrólisis, que no le permitía tener vellos. Era un ser blanco de pura energía, que lo creaba mediante el pensamiento.

LA REBELDÍA ES LA MARCA DEL TERRORISTA
Estaba esperando los resultados de la prueba afuera del curso, mientras tanto el director de la Escuela de Lenguaje y Literatura daba clases de Realidad Nacional en el curso de a lado.
Cuando me vio atisbando por la hendija de la puerta, me pidió que me fuera, porque no era bienvenido, ya que según él les había lavado el cerebro con las ideas futuristas del Proyecto Venus y una sociedad sin dinero a los chicos de primero. Además habla de Conspiraciones Mundiales, autoatentados, gobiernos mundiales, dinero del aire, ciudades circulares. Está delirando--- me decía--- salga nomás, esas son invenciones de los yanquis, nosotros somos del Sur, no del demonio del Norte. No pude aguantar la risa y me reí en su cara.
¿Puedo defenderme? Vea, estoy fresquito de una prueba, si quiere debatimos el tema de los autoatentados del 11 de septiembre en primero. Me quedó viendo con venganza interna.
Haber, venga, venga, me retó mientras entraba a primero.
¿No será usted un infiltrado de la CIA, o un terrorista? Se rió con gana…

LA RISA DE UN SOÑADOR ES PURA ENERGÍA
Caminé tranquilamente hacia el frente del pizarrón con mi mochila, saqué el libro Revolución Aquí y en la China y lo puse en el escritorio para citar alguna frase y me paré para hablar. Un zumbido como el de una avispa comenzó a recorrer mis sienes, bajando por mi médula espinal hasta el final de mi pene. El momento de hablar mi voz era tan gruesa como si retumbara un rayo en una cañería —esta no es mi voz— me decía mientras iniciaba mi presentación.
Las personas que me conocían se quedaron viendo entre ellas, porque yo no tenía esa voz, era una voz de radiolocutor experimentado. Mientras les indicaba fotografías de una de las torres después del atentado y el extraño hongo que formó a causa de químicos expulsados, me comenzó a doler las manos, sobre todo cuando dije: Los químicos que se encontraron luego de que colapsaran las torres gemelas, eran tóxicos y no correspondían a elementos internos de las torres. Los científicos encontraron thermita, un ácido potentísimo que corta el acero templado como si fuera mantequilla (hice el ademán de cortar mantequilla) y vi un gusanito blanco en mi mano, que se comenzó a reproducir con velocidad hasta que mi mano derecha estaba completamente albina.
—Señor. ¿Ya acabó la exposición? (Me tapé la mano) Algunos comenzaron a aplaudir y otros se quedaron con la boca abierta tratándome de ver porqué me tapé la mano.
El dolor de mi mano derecha era tan fuerte que tuve que decir: Si.
Cuando el profesor se acercaba a continuar la clase, le corté el paso para decirle: Quiero mostrarle un libro interesante que me encontré en la calle, mientras sus colegas de la Universidad estaban marchando.
— ¿Marcha? ¿Ahora en la mañana? No he sabido nada, le cuento.
Me apresuré a abrir el libro con la mano izquierda y le mostré la parte donde decía con sarcasmo que deberíamos invitar a Marx en nuestros sueños y preguntarle si fue realmente de la élite europea, porque según el árbol genealógico perteneció a la flor y nata de la sangre azul de los reyes y reinas.
Terminaba con un dibujo de un titiritero (la élite) y Marx como títere y superman de la clase explotada.
— ¡Llévese esas fantochadas! — dijo, no las necesito gracias.
Sonreí como si fuera yo quien dibujó la caricatura. Bajé mi vista y vi como pequeños corpúsculos seguían avanzando por mi antebrazo.
Al salir al pasillo vi a una mujer de estatura media, pelo largo y un lunar sobre los labios viendo tras los cristales el hemiciclo. Era atractiva, así que una energía graciosa recorrió mi estómago, cuando estaba a punto de preguntarle alguna tontería, ella se dio la vuelta de inmediato, como si estuviera esperando dijo:
—    Te felicito colega, Veo que lees Revolución aquí y en la China, ¿Eh? Vamos, que se nos hace tarde para la reunión del movimiento, ven te quiero presentar a un nuevo amigo. El nos está esperando para tomar un café.
Mientras recordaba todo, mis manos se lanzaron a abrazarla. Al cerrar los ojos imaginé revoluciones interiores, incluso el momento en que me expulsaban del útero. Al abrirlos pude reír como sólo los soñadores desahuciados pueden hacerlo.
Era ella y era él, no había duda, los había estado esperando para no desaparecer…
FIN.

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