viernes, 17 de octubre de 2014

EXPERIENCIAS DE MI PRIMERA NOVELA PUBLICADA FÚTBOL MIXTO




Tengo tres novelas escritas, una cuarta escribiéndose, así que la publicación de una de ellas era vital, porque estaba demasiado lleno, como un vaso de agua estancada y llegué a un punto de inflexión, en el cual era necesario soltar la creación, liberarme un poquito. Es mi tercera novela, pero es la escrita con menor sufrimiento de todo tipo, porque la primera tardé como diez años para culminarla, la segunda diez meses y esta tres meses, no tanto por el tiempo tardado, sino por la temática, el momento de mi vida en el cual la escribí, mucho menos estrellado y estresado que las anteriores etapas. La novela Fútbol Mixto es casi una novela punk, no sólo porque pasé escuchando casi todo el tiempo Eskorbuto, Los Suaves, o El Último Que Zierre, sino por su ritmo rápido, e incluso incorregible en el que me embarqué como si una catarata estuviera presente. También es por la temática del fútbol. No quise escribir una novela con historias biográficas de los personajes o con cortes filosóficos, sino contar la historia y punto. Además la novela o al menos las tres novelas que he escrito se han basado en fracasos, golpes secos y rotundos, porque cuando estás en las malas, fracasado, arruinado en algo que pusiste las expectativas que todo iba a estar bien y de repente te vas al barranco es cuando aparece el narrador al final de la quebrada para celebrar contigo y te susurra al oído, al corazón, a las entrañas a la sangre que hagas una ficción, vamos hazlo que no te queda otra opción, y de repente pactas con el narrador. Mientras tú lloras de tu desgracia, te lamentas, el narrador está feliz, riendo, gozando, brindando por la ficción y te dice vamos no es tan grave, puedes sacar luz del pantano y tú le haces caso. De ese pantano, de esa quebrada, de ese hablar con el narrador en momentos de fracaso y desesperación han salido mis obras. Esta novela, aunque el noventa por ciento es una novela llena de sarcasmo, humor, ironía, desparpajo y diversión por todos los lados, tiene un germen oscuro; porque como bien dijo Mario Vargas Llosa, escribir una novela es como hacer un streptease al revés, siempre autobiográfico, pero comenzando desnudos, las desgracias, las desventuras, y toda la oscuridad, el frío que hay en uno, para luego de a poco, mediante la técnica, los personajes, el ambiente, el tiempo irse cubriendo de a poco e incluso hasta ponerse gafas, hasta que la historia se vuelva independiente, incluso mintiéndose a sí mismo.

El fútbol y la desintegración del hincha


Cosa rara eso del fútbol, ser hincha también un misterio. En mi infancia era secretamente hincha del Emelec, del ballet azul, luego, cuando estaba cerca de terminar la escuela era hincha novelero de la Liga Deportiva Universitaria, a pesar de que nunca iba al estadio, ni sabía muy bien cómo estaba en la tabla de posiciones, ni quién era el goleador, mucho menos cuándo jugaba y esas cosas; de vez en cuando, muy de vez en cuando me encerraba en mi cuarto y encendía el radio para apoyar en mi soledad a la Liga Deportiva Universitaria, de forma telepática. Una de las pocas veces que entré al estadio de la Liga fue en diciembre del 2003 en el estadio Casa Blanca en Quito cuando ganó 2 a 1 al Nacional , me bañé en la pileta y tartamudeaba las barras de la Liga, Ele I… LI Ge A… GA, LI-LI-LI GA-GA-GA, Universitaria… Campeón  tratando de convencer a la gente de que soy un hincha, pero creo que cuando la desintegración de mis restos noveleros de hincha se acabaron por completo cuando la Liga quedó campeón de la Copa Libertadores de América, cinco años después cuando estaba ya en la universidad. Uno, como buen novelero se fue a ver el partido en pantalla gigante cerca de la Universidad Central, con cuatro botellas de Norteño, emborrachándome hasta más no poder. Obviamente cuando Cevallos atajó la última bola y fue campeón, la emoción descontrolada por los hinchas me contagió y fui a festejar con una bandera del Ecuador que guardaba en mi mochila. Estuve tan borracho ese día que no sé por qué carajo me imaginé ser un reportero de televisión preguntando a la gente qué se siente ser ecuatoriano. Pensando en ello me da una tremenda vergüenza, pero en ese estado de éxtasis me importaba un carajo, en mi cabeza me quería amanecer, pero la noche era joven, así que no pude hacerlo, porque cuando el frío comenzó a hacer de las suyas a la una de la mañana tuve que apegarme a las fogatas, donde estaban los hinchas verdaderos de la liga, como estaba borracho fui a tratar de conversar con ellos, pero ellos parece que vieron mi actuación de novelero total, así que nadie quería hablar conmigo hasta que encontré unos tres tipos que se compadecieron de mí y me brindaron un poco de vino. Todo iba bien, hasta que de pronto alguien me atrapó del cuello e intentó ahorcar para llevarme atrás de la pileta, luego me di cuenta que eran como seis manos tratándome de robar, hasta que una chica sacó una navaja y dijo si no te largas de aquí te matamos. Eran los de la muerte blanca, así que muy deprimido caminé hasta la Av Patria caminando, pensando qué carajo hice. Ese fue el momento en que quemé los últimos cartuchos de lo que me quedaba de hincha y comencé una seria reflexión sobre los hinchas, pero no una reflexión que la conversara con alguien, sino en silencio, como se escribe la mayoría de novelas, las cuales escribimos para no volvernos locos, para salvarnos, o porque buscamos las respuestas a preguntas que nos hacemos, porque un escritor, sobre todo un novelista es alguien que está constantemente conversando con uno mismo. Desde ese entonces me gusta a veces ver un partido de competencia, ya no con la emoción, sino como una especie de extrañamiento. De pronto te encuentras en un estadio y miras a los hinchas con gran atención, como ellos miran al partido con gran emoción, de repente nace en ti el investigador en observar a la gente, no formando parte de la emoción que se extiende como una neblina invisible sino fuera de ella, sacando la cabeza por fuera.


Fútbol mixto


Una de las cosas que me han llamado del fútbol, es la aparición del fútbol mixto, en tiempos del colegio teníamos un grupo llamado los Upugam en el cual había un montón de gente, que nos reuníamos para joder y básicamente beber, pero en raras ocasiones hacíamos deporte. A veces en serio, a veces por diversión, cuando lo hacían en serio yo participaba en los graderíos, fumando y bebiendo, participando de hacer cualquier cosa menos tratar de entender el partido de fútbol; cuando participaba por diversión eso sí que era fútbol. Formábamos parte un equipo de alrededor de treinta personas, creo que veinte hombres y diez mujeres o algo así, frecuentemente lo hacíamos luego de haber bebido pero por una u otra razón teníamos que estar bien luego de un par de hora porque no queríamos que nuestros profesores, padres o novias se enteren de que estábamos ebrios. En los dos o tres partidos de fútbol mixto que jugué, realmente no los olvidé porque me divertí mucho, mientras que los veinte partidos o más en los que he jugado entre hombres me los olvidé. Ese recuerdo de poner a veces quince delanteros o tres o cuatro porteros o porteras, o miti miti no lo olvidé. ¿Cuándo comencé a escribir la novela?, creo que el detonante que provocó sentarme a escribir fue una película que me recomendó un amigo de Pablo Flores Chávez. Estábamos conversando de películas y me dijo que recién vio una película bien chévere donde unos extraterrestres viajaban a la tierra como una especie de visita, pero que nadie quería ir a la Tierra, se llamaba El planeta libre de Coraline Serrau. La cosa es que llegan los extraterrestres a la tierra, obviamente con apariencia humana y tenían una extraña capacidad de desconectar a la gente de todo el materialismo y el tren de vida rutinario de la gente, por ejemplo a una persona de la calle, cuando la desconectaban podía abrazar los árboles, bailar extrañamente, incluso afectaba a las energías de la tierra y los cajeros despilfarraban dinero. Bueno, en uno de esos resets, que son muchos, existía el reset al fútbol, creo que es una de las mejores partes de la película donde van al estadio y desconectan a los jugadores de fútbol, de pronto mediante un disco de música clásica en sus manos la señorita extraterrestre la reproduce telepáticamente hacia los jugadores para que bailen en el campo de juego, danzan, se abrazan, hacen coreografías y oh sorpresa la reacción de los hinchas que estaban gritando fue desconcertante, realmente ves que el público se enoja, se excita, no sabe qué hacer con esa actuación imprevista de sus jugadores, incluso hay una parte donde los arqueros se comienzan a besuquear y el público estalla. Creo que esa parte de esa película dio pie a que yo contara la novela, claro que tenía material con qué escribirla, parte autobiográfica y parte de ficción como toda novela, y creo que al tercer día de ver esa película ya armé la estructura de la novela y comencé a escribirla. Fui al parque La Carolina y a uno que otro estadio y la magia de la novele comenzó porque encontré a uno que otro personaje, pero eso ya es la parte íntima de la estructura de la novela y creo que no es necesario desnudarse demasiado, para hacerlo.Básicamente la novela relata la preparación de un partido de fútbol mixto, es decir entre hombres y mujeres, luego de un problema de violencia tanto entre dos equipos femeninos, como entre las barras de la hinchada del Barcelona de Guayaquil y la Liga Deportiva Universitaria de Quito.

Experiencias de venta


Las experiencias de venta cuando no se tiene una editorial casi le obligan a uno a lanzarse a la calle, y a defenderte como sea, vendiendo en la calle. Si no se tiene experiencia de ventas de lo que sea, como yo, la cosa puede ser realmente difícil. Pero cuando la presión ejerce sobre nosotros, ya sea porque ver una montaña de libros sin vender como que te duele la cabeza y tienes que hacer algo y sales a la calle con tu mochila-maleta llena de libros e ilusión. No sabes dónde dirigirte, como todo ingenuo y novato primero traté con las librerías, allá te topas con que casi nadie quiere comprarte tus libritos porque eres desconocido, y si tienes suerte te compran una novela por apoyo o porque te ven con cara de hambre, así que hasta ahora no he entrado en las librerías porque es un mercado demasiado fuerte. Fracasé en las librerías, además la presión de tener más de 1000 novelas que vender te cansan, creo que dejé en cinco librerías unos diez ejemplares y hasta ahora no voy a cobrar. Cuando las librerías me negaron el paso, probé con las ferias de libros en los parques, encontré a dos muchachos que también les di cinco novelas, y cambié algunas por un libro de los Escritores delincuentes de José Ovejero. Les dije que me apoyen para vender esas cinco novelas, pasó una semana, nada, dos, tampoco, a la tercera semana les llamé y dijeron que han vendido dos novelas mías. Si no pueden vender a tres dólares vendan a dos dólares, les dije, y hasta ahora siempre que les llamo están viajando fuera de la ciudad. Luego fui a sentarme en la calle al frente de los cajeros, cada persona que cobraba o estaba en la fila le abordaba con un diploma mío para que me compre la novela, allí me fue mejor, pero no suficiente, así que comencé con las universidades, de manera particular la Central. En la Universidad Central vendí la mayoría de novelas, de manera particular en la facultad de Administración, llegué al récord de vender 80 novelas en menos de dos horas, cosa impensable en la calle. También me fue bien en la Facultad de Filosofía y Comunicación Social y también en los cursos de inglés. En la Universidad católica, salesiana y politécnica no me dejaron entrar a los cursos. Cosa realmente triste.

     He vendido la novela también en la Universidad Técnica de Ambato, donde también es una buena plaza para entrar en los cursos, sobre todo en Huachichico donde están la mayoría de facultades, también me he dado una vuelta por Loja y Cuenca. Una de las experiencias más gratificantes es vender en los autobuses, donde nadie se imagina que va a entrar un autor a vender su libro, o si pasa es muy raro. Firmar autógrafos a la gente del autobús es lo máximo que he llegado en las ventas, creo que cuando firmé autógrafos allí me sentí realizado, me dije que valió la pena todo. 


17 de octubre del 2014, Santiago Quelal Pasquel.

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