miércoles, 29 de octubre de 2014

LA GENTE NO HABLA CON DESCONOCIDOS EN LOS AUTOBUSES


LA GENTE NO HABLA CON DESCONOCIDOS EN LOS AUTOBUSES
Es una vergüenza furiosa
que el uno tenga miedo
de lo que piense el otro.
-El Topo- un amigo payaso
Toda mi vida me ha gustado hablar con desconocidos, es como expulsar de mi sistema a todos mis conocidos y bañarme con gente nueva. Lo necesito, es una eyaculación social para no tener amigos. Es un estallido de violencia para expulsar esta energía como una explosión solar llamando la atención de la gente y piensen si: ¿Hay algo nuevo bajo el sol?
Fue en el tiempo donde hacia largos viajes a Ambato y me quedaba a dormir en las orillas de un río del Valle Hermoso, en mi carpa, cuando comencé EN ESTA AVENTURA. Tenía estrategias de propaganda: escribir poesías funcionales, algo que sirva de verdad en la vida diaria. Me subía a los autobuses preferiblemente donde una mujer o un viejo. ¿Por qué miraba a las mujeres? Simplemente no podía contener tal atracción, tal magnetismo en mi cuerpo, y es mucho más fácil profundizar con ellas que con los hombres, aunque no te entiendan; pero eso es otro asunto. Primero les miraba de reojo los senos, luego las caderas, o si eran viejos miraba como observaban a la gente y si estaban contentos. Los viejos son los que mas quieren hablar en los buses, pero faltaba una sonrisa que pueda acercarnos, para que diga su testamento antes de morir: Gracias, ya puedo morir tranquilo tan solo me costo el pasaje del bus y un loco a mi lado.
Cuando estaba listo un campo electromagnético subía por mi pene hasta la médula espinal y entregaba pensamientos funcionales como éste, en una cartulina amarilla:
LA GENTE NO HABLA
Salgo a la calle y no hablan, subo al bus y no hablan, llego a la universidad: tampoco
el profesor habla 3 horas y cuando sale a la calle es la misma cosa
y hablan de Educación mientras veo que la gente no habla
cuando hablo a una persona que esta a mi lado
en la calle, en el bus, en la universidad
me dicen que estoy loco
y soy callado.
DUDAS?

Santiago Quelal Pasquel, diciembre del 2010.

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