EXPERIENCIAS DE MI PRIMERA NOVELA PUBLICADA FÚTBOL MIXTO
Tengo tres novelas escritas, una cuarta escribiéndose, así
que la publicación de una de ellas era vital, porque estaba demasiado lleno,
como un vaso de agua estancada y llegué a un punto de inflexión, en el cual era necesario
soltar la creación, liberarme un poquito. Es mi tercera novela, pero es la escrita con menor
sufrimiento de todo tipo, porque la primera tardé como diez años para
culminarla, la segunda diez meses y esta tres meses, no tanto por el tiempo
tardado, sino por la temática, el momento de mi vida en el cual la escribí,
mucho menos estrellado y estresado que las anteriores etapas. La novela Fútbol Mixto es casi
una novela punk, no sólo porque pasé escuchando casi todo el tiempo Eskorbuto,
Los Suaves, o El Último Que Zierre, sino por su ritmo rápido, e incluso
incorregible en el que me embarqué como si una catarata estuviera presente.
También es por la temática del fútbol. No quise escribir una novela con
historias biográficas de los personajes o con cortes filosóficos, sino contar
la historia y punto. Además la novela o al menos las tres novelas que he
escrito se han basado en fracasos, golpes secos y rotundos, porque cuando estás
en las malas, fracasado, arruinado en algo que pusiste las expectativas que
todo iba a estar bien y de repente te vas al barranco es cuando aparece el
narrador al final de la quebrada para celebrar contigo y te susurra al oído, al
corazón, a las entrañas a la sangre que hagas una ficción, vamos hazlo que no
te queda otra opción, y de repente pactas con el narrador. Mientras tú lloras
de tu desgracia, te lamentas, el narrador está feliz, riendo, gozando,
brindando por la ficción y te dice vamos no es tan grave, puedes sacar luz del
pantano y tú le haces caso. De ese pantano, de esa quebrada, de ese hablar con
el narrador en momentos de fracaso y desesperación han salido mis obras. Esta
novela, aunque el noventa por ciento es una novela llena de sarcasmo, humor,
ironía, desparpajo y diversión por todos los lados, tiene un germen oscuro; porque como bien dijo Mario Vargas Llosa, escribir una novela es como
hacer un streptease al revés, siempre autobiográfico, pero comenzando desnudos,
las desgracias, las desventuras, y toda la oscuridad, el frío que hay en uno,
para luego de a poco, mediante la técnica, los personajes, el ambiente, el
tiempo irse cubriendo de a poco e incluso hasta ponerse gafas, hasta que la
historia se vuelva independiente, incluso mintiéndose a sí mismo.
El fútbol y la desintegración del hincha
Cosa rara eso del fútbol, ser hincha también un misterio. En mi infancia era secretamente hincha del Emelec, del ballet
azul, luego, cuando estaba cerca de terminar la escuela era hincha novelero de la Liga Deportiva Universitaria, a
pesar de que nunca iba al estadio, ni sabía muy bien cómo estaba en la tabla de
posiciones, ni quién era el goleador, mucho menos cuándo jugaba y esas cosas;
de vez en cuando, muy de vez en cuando me encerraba en mi cuarto y encendía el
radio para apoyar en mi soledad a la Liga Deportiva Universitaria, de forma telepática.
Una de las pocas veces que entré al estadio de la Liga fue en diciembre del 2003 en el estadio Casa Blanca en Quito cuando ganó 2 a 1 al Nacional , me bañé en la pileta y tartamudeaba las barras de la Liga, Ele I… LI Ge A… GA, LI-LI-LI GA-GA-GA, Universitaria… Campeón tratando de convencer a la gente de que soy un hincha, pero creo que cuando la
desintegración de mis restos noveleros de hincha se acabaron por completo
cuando la Liga quedó campeón de la Copa Libertadores de América, cinco años después cuando estaba ya en la universidad. Uno, como buen
novelero se fue a ver el partido en pantalla gigante cerca de la Universidad
Central, con cuatro botellas de Norteño, emborrachándome hasta más no poder.
Obviamente cuando Cevallos atajó la última bola y fue campeón, la emoción
descontrolada por los hinchas me contagió y fui a festejar con una bandera del
Ecuador que guardaba en mi mochila. Estuve tan borracho ese día que no sé por
qué carajo me imaginé ser un reportero de televisión preguntando a la gente qué
se siente ser ecuatoriano. Pensando en ello me da una tremenda vergüenza, pero
en ese estado de éxtasis me importaba un carajo, en mi cabeza me quería
amanecer, pero la noche era joven, así que no pude hacerlo, porque cuando el
frío comenzó a hacer de las suyas a la una de la mañana tuve que apegarme a las
fogatas, donde estaban los hinchas verdaderos de la liga, como estaba borracho
fui a tratar de conversar con ellos, pero ellos parece que vieron mi actuación
de novelero total, así que nadie quería hablar conmigo hasta que encontré unos
tres tipos que se compadecieron de mí y me brindaron un poco de vino. Todo iba bien, hasta
que de pronto alguien me atrapó del cuello e intentó ahorcar para llevarme atrás de la pileta, luego me di cuenta que eran como seis manos tratándome de robar, hasta
que una chica sacó una navaja y dijo si no te largas de aquí te matamos. Eran
los de la muerte blanca, así que muy deprimido caminé hasta la Av Patria
caminando, pensando qué carajo hice. Ese fue el momento en que quemé los
últimos cartuchos de lo que me quedaba de hincha y comencé una seria reflexión
sobre los hinchas, pero no una reflexión que la conversara con alguien, sino en
silencio, como se escribe la mayoría de novelas, las cuales escribimos para no
volvernos locos, para salvarnos, o porque buscamos las respuestas a preguntas
que nos hacemos, porque un escritor, sobre todo un novelista es alguien
que está constantemente conversando con uno mismo. Desde ese entonces me gusta
a veces ver un partido de competencia, ya no con la emoción, sino como una
especie de extrañamiento. De pronto te encuentras en un estadio y miras a los
hinchas con gran atención, como ellos miran al partido con gran emoción, de
repente nace en ti el investigador en observar a la gente, no formando parte de
la emoción que se extiende como una neblina invisible sino fuera de ella,
sacando la cabeza por fuera.
Fútbol mixto
Una de las cosas que me han llamado del fútbol, es la aparición
del fútbol mixto, en tiempos del colegio teníamos un grupo llamado los Upugam
en el cual había un montón de gente, que nos reuníamos para joder y básicamente
beber, pero en raras ocasiones hacíamos deporte. A veces en serio, a veces por
diversión, cuando lo hacían en serio yo participaba en los graderíos, fumando y
bebiendo, participando de hacer cualquier cosa menos tratar de entender el
partido de fútbol; cuando participaba por diversión eso sí que era fútbol.
Formábamos parte un equipo de alrededor de treinta personas, creo que veinte
hombres y diez mujeres o algo así, frecuentemente lo hacíamos luego de haber
bebido pero por una u otra razón teníamos que estar bien luego de un par de
hora porque no queríamos que nuestros profesores, padres o novias se enteren de
que estábamos ebrios. En los dos o tres partidos de fútbol mixto que jugué,
realmente no los olvidé porque me divertí mucho, mientras que los veinte
partidos o más en los que he jugado entre hombres me los olvidé. Ese
recuerdo de poner a veces quince delanteros o tres o cuatro porteros o
porteras, o miti miti no lo olvidé. ¿Cuándo comencé a escribir la novela?, creo
que el detonante que provocó sentarme a escribir fue una película que me
recomendó un amigo de Pablo Flores Chávez. Estábamos conversando de películas y
me dijo que recién vio una película bien chévere donde unos extraterrestres
viajaban a la tierra como una especie de visita, pero que nadie quería ir a la
Tierra, se llamaba El planeta libre de Coraline Serrau. La cosa es que llegan
los extraterrestres a la tierra, obviamente con apariencia humana y tenían una
extraña capacidad de desconectar a la gente de todo el materialismo y el tren de
vida rutinario de la gente, por ejemplo a una persona de la calle, cuando la desconectaban podía abrazar los árboles, bailar extrañamente, incluso afectaba a
las energías de la tierra y los cajeros despilfarraban dinero. Bueno, en uno de
esos resets, que son muchos, existía el reset al fútbol, creo que es una de las
mejores partes de la película donde van al estadio y desconectan a los jugadores
de fútbol, de pronto mediante un disco de música clásica en sus manos la señorita extraterrestre la reproduce telepáticamente hacia los jugadores para que bailen en el campo de juego, danzan,
se abrazan, hacen coreografías y oh sorpresa la reacción de los hinchas que
estaban gritando fue desconcertante, realmente ves que el público se enoja, se
excita, no sabe qué hacer con esa actuación imprevista de sus jugadores,
incluso hay una parte donde los arqueros se comienzan a besuquear y el público
estalla. Creo que esa parte de esa película dio pie a que yo contara la novela,
claro que tenía material con qué escribirla, parte autobiográfica y parte de
ficción como toda novela, y creo que al tercer día de ver esa película ya armé
la estructura de la novela y comencé a escribirla. Fui al parque La Carolina y
a uno que otro estadio y la magia de la novele comenzó porque encontré a uno que otro personaje, pero eso ya es la
parte íntima de la estructura de la novela y creo que no es necesario
desnudarse demasiado, para hacerlo.Básicamente la novela relata la preparación de un partido de
fútbol mixto, es decir entre hombres y mujeres, luego de un problema de
violencia tanto entre dos equipos femeninos, como entre las barras de la
hinchada del Barcelona de Guayaquil y la Liga Deportiva Universitaria de Quito.
Experiencias de venta
Las experiencias de venta cuando no se tiene una editorial
casi le obligan a uno a lanzarse a la calle, y a defenderte como sea, vendiendo
en la calle. Si no se tiene experiencia de ventas de lo que sea, como yo, la
cosa puede ser realmente difícil. Pero cuando la presión ejerce sobre
nosotros, ya sea porque ver una montaña de libros sin vender como que te duele
la cabeza y tienes que hacer algo y sales a la calle con tu mochila-maleta llena
de libros e ilusión. No sabes dónde dirigirte, como todo ingenuo y novato
primero traté con las librerías, allá te topas con que casi nadie quiere
comprarte tus libritos porque eres desconocido, y si tienes suerte te compran una novela por
apoyo o porque te ven con cara de hambre, así que hasta ahora no he entrado en
las librerías porque es un mercado demasiado fuerte. Fracasé en las librerías,
además la presión de tener más de 1000 novelas que vender te cansan, creo que
dejé en cinco librerías unos diez ejemplares y hasta ahora no voy a cobrar.
Cuando las librerías me negaron el paso, probé con las ferias de libros en los
parques, encontré a dos muchachos que también les di cinco novelas, y cambié
algunas por un libro de los Escritores delincuentes de José Ovejero. Les dije
que me apoyen para vender esas cinco novelas, pasó una semana, nada, dos,
tampoco, a la tercera semana les llamé y dijeron que han vendido dos novelas
mías. Si no pueden vender a tres dólares vendan a dos dólares, les dije, y
hasta ahora siempre que les llamo están viajando fuera de la ciudad. Luego fui
a sentarme en la calle al frente de los cajeros, cada persona que cobraba o
estaba en la fila le abordaba con un diploma mío para que me compre la novela,
allí me fue mejor, pero no suficiente, así que comencé con las universidades,
de manera particular la Central. En la Universidad Central vendí la mayoría de novelas, de
manera particular en la facultad de Administración, llegué al récord de vender
80 novelas en menos de dos horas, cosa impensable en la calle. También me fue
bien en la Facultad de Filosofía y Comunicación Social y también en los cursos
de inglés. En la Universidad católica, salesiana y politécnica no me dejaron
entrar a los cursos. Cosa realmente triste.
He vendido la
novela también en la Universidad Técnica de Ambato, donde también es una buena
plaza para entrar en los cursos, sobre todo en Huachichico donde están la
mayoría de facultades, también me he dado una vuelta por Loja y Cuenca. Una de
las experiencias más gratificantes es vender en los autobuses, donde nadie se
imagina que va a entrar un autor a vender su libro, o si pasa es muy raro.
Firmar autógrafos a la gente del autobús es lo máximo que he llegado en las
ventas, creo que cuando firmé autógrafos allí me sentí realizado, me dije que
valió la pena todo.
17 de octubre del 2014, Santiago Quelal Pasquel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario