La gente no habla con desconocidos en los autobuses
¿La gente piensa en eso cuando se suben a un bus?
Quisiera saber eso, porque esa pregunta me ha interesado muchos años.
Nuestros padres, familiares nos han dicho que es malo hablar con desconocidos. Que nos pueden hacer daño. Nos podemos meter en problemas que no teníamos planeados. Pero yo pienso que es mucho más gratificante hablar con personas desconocidas diferentes a nuestro círculo social. No necesariamente para hacernos amigos de esa persona, sino para refrescar nuestro viaje, nuestro caminar.
La sociedad está envuelta en un egocentrismo tenaz generado por la tecnología de avanzada: celulares, ipods, internet, al igual que con las obligaciones asfixiantes del trabajo, la economía y los miles de problemas derivados por ese trajín. Cada persona piensa en lo suyo. No tiene tiempo para saber lo que le ocurre a su vecino.
Esta afirmación: La gente no habla con desconocidos en los autobuses, siempre está presente cada vez que me subo a un transporte público. Me alegro saber que no soy el único que piensa así, porque me parece que en todas las ciudades grandes se debería hacer una campaña para que la gente se anime a hablar con desconocidos. En Vancouver ya se hizo realidad mi sueño de esta campaña, se llama Say hi to a stranger con la maravilloso reto de conversar con cualquier desconocido en cualquier parte.
¿No creen que sería más sano que esta iniciativa se dé en las ciudades?, la sociedad no está integrada en lo social. Primeramente existen las clases sociales, ellas determinan muchas veces -aunque sea doloroso-, con qué personas y con qué personas no vas a entablar un círculo de amistad.
Los pobres con los pobres.
La clase media con la clase media.
Los ricos con los ricos.
Así de simple. Allí no queda la división. La sociedad está dividida por grupos urbanos, hinchas de fútbol, ideologías políticas, gustos musicales y miles de otras divisiones. Cuando una campaña de esta clase entra la sociedad se integra, existe la posibilidad de entablar nexos en común y no de separación. Se crea una otredad, una tolerancia de que cada uno somos diferentes, pero que tenemos mucho en común, mediante una comunicación abierta.
Iniciativas como la de la joven londinense Amy Dicketts respondió al problema La gente no habla con desconocidos. Ella creó el Comute blog y allí cuenta sus historias:
Cuando Amy va en metro habla con sus compañeros de vagón, les hace fotos y cuenta sus historias, algunas de ellas tan fascinantes que nos hacen pensar en toda esa interesante y sorprendente información que flota a nuestro alrededor constantemente, pero a la que somos incapaces de acceder por pereza, vergüenza, miedo al rechazo u otras mil razones. En sus viajes en el suburbano londinense Dicketts ha conocido a un gay homosexual ruso, emo cuando era niño, que huyó de su país para evitar la homofobia; un dramaturgo embarcado en un proyecto de teatro intergeneracional en Hackney, en el que trabaja con mujeres de la tercera edad y chicas jóvenes; una mujer que padece de insomnio y que aprovecha las largas noches en blanco para escribir, una bailarina de burlesque o dos punkies que confiesan, sin rubor, ser admiradoras acérrimas de Beyoncé.
Qué creatividad nos estamos perdiendo por falta de estas campañas tan útiles en las ciudades. Con esto resolveríamos muchos problemas también: problemas de timidez, sociales, psicológicos. Aumentar la felicidad en la gente. Sacarlos de su mínimo círculo social para que abran los ojos a la ciudad y ven qué grande es la ciudad, qué historias nos estamos perdiendo y la vida sabrá menos ácida. Hay gente que se está muriendo de soledad, que todavía cree en el amor de dos y esas cosas. Qué bien haría más campañas de este tipo en las ciudades.
Reducirían la inseguridad psicológica.
Aumentarían la creatividad.
Se generarán círculos sociales más heterogéneos.
Se aumentará la felicidad urbana.
Se aumentará la tasa de comunicación fuera de lo establecido en el círculo social. No medido todavía, pero de seguro un detonante de stress, depresión y la tasa de desempleo.
Creo que hemos dado un gran cambio con la aparición de las redes sociales y es hora, hora de que creemos las redes sociales físicas, en la calle, en el bus, en nuestro barrio, porque aunque suene irónico nuestro avance en la tecnología nos está haciendo cada vez más excluidos, más solitarios en nuestro mundo virtual.
FUENTES:
DATOS Y LA PRIMERA FOTO QUE NO CONOCÍA SACADOS DE ACÁ:
HACER CLICK ACÁ:
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