lunes, 5 de octubre de 2015

351) El desbarrancadero, Fernando Vallejo. 2001. El Bing bang de su escritura.






“De la posteridad no esperes nada, unas flores si acaso, en tu ataúd, con las paletadas en el entierro, y después polvo de olvido”.
Fernando Vallejo


      Vallejo en su máxima expresión. Sin concesiones, crudo y con una fuerza tremenda. Su personaje autobiográfico relata la decadencia de su Hermanito, Darío, él está enfermo de Sida. Vive en una familia llena de hijos, comandado por La Loca, quien no tuvo el decoro de seguir pariendo. Quien entra en la literatura de Vallejo por primera vez puede salir muy afectado por este libro. Es como un golpe de iceberg. Seco. Que duele. Que hace efecto como la buena literatura, y te deja pensando durante varios días. 
      Lo que no me enganchó del todo fue su falta de tópicos nuevos. Vallejo siempre recae en lo mismo: la pobreza de su país, su ignorancia, superpoblación, religión y todo ello de una manera desesperada vociferando alrededor de los personajes de la familia del narrador . Como su narrador es demasiado autobiográfico a veces parece que está hablando una especie de antipolítico, y en pasajes de la novela ese tono se vuelve demasiado cascarrabias, quejón y latoso. Con esto no desecho la crítica implícita y explícita de la novela del desbarrancadero y mierdero de la vida del narrador y su sociedad, sino que ese tono ya me parece tedioso y repetitivo. Como una mierda aderezada con más mierda. El narcisismo de este narrador protagonista es muchas veces insoportable. De un personaje protagonista que lo cree saber todo y que todos están bajo su manto de crítica. Nadie se salva, excepto sus queridos animalitos, porque la humanidad y todas las constelaciones conocidas y desconocidas están bajo el bing bang de su escritura. Pero de que tiene fuerza y estilo como una gran canción de grandes acordes, vamos, sí que la tiene y por ello citaré una frase que me gustó del libro:

     !Pendejos! El que se murió se murió y tus descendientes son los gusanos, que se comen lo que dejes. Déjales deudas. Gástate lo que tengas en lo que sea, en putas, en yates, en compact discs, que tu recuerdo día a día se lo irá comiendo el tiempo, el último sepulturero. De la posteridad no esperes nada: unas flores, si acaso, en tu ataúd, con las paletadas de tierra en el entierro, y después polvo de olvido. Que hereden mierda. !Carajo,cuánto borracho por mi carril llevándome la contra! Todos, todos errados. Oh muerte justiciera, oh muerte igualadora, comadre mía, mamacita, barre con esta partida de hijos de puta, no dejes uno, con tu aleteo bórralos a todos.

      Es considerada por muchos en el top ten de las mejores novelas escritas en español en los últimos veinticinco años. 
       Destaco su fuerza tremenda, lo demás no mucho. 
       No hay nada novedoso.







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