Una de los valores más destacables de los conciertos de rock en general, es su humanidad. La hermandad del rock. No importa si vas al concierto solo, o acompañado, da igual; si realmente llevas al rock y al metal en el corazón, ten la garantía que sentirás esa humanidad a lo largo de todos los conciertos y a cada persona como compañero de tu tribu, por lo menos por el día del concierto.
La parte más humana del concierto, aunque no lo parezca a simple vista, es su danza, es su baile, conocido como el mosh, mosh pit, pogo, olla, pozo, paila, creada por Paul Hudson, el cantante de la banda de punk Bad Brains. La idea del mosh es expulsar toda la energía y el poder del rock haciendo contacto físico con cualquier persona, sea conocido, desconocido. Eso es lo que lo hace particular y humano. En este baile no se necesita pareja, (a excepción de algunos desaforados que entran con sus parejas o amigos abrazados, pero que por lo general quedan separados por el forcejeo), no importa si eres feo, ciego, tarado, tímido, con mal aliento, delincuente, asesino, violador o el alma más bondadosa del mundo, sólo se necesita esa energía y las ganas de disfrutar. Es un baile de creatividad y libertad. Por qué, por la sencilla razón de que cada persona es distinta, con diferente personalidad y características físicas, que hacen de este baile, uno de los más originales. Acá eres dueño de ti mismo y de nadie más, nadie te obliga a bailar, danzas con tu niño interior y tus demonios en medio de una galaxia de gente que nunca has visto, y quizá nunca más verás. Exacto. El símil de la galaxia es perfecto para entender la forma más apropiada que forma el mosh. En el centro del mosh, a veces, se quedan personas, formando un sol central, para que los danzantes giren alrededor del sol y que no se pierda el eje, para formar un poco de orden en el caos. Es hermoso permanecer en el centro del mosh, ya sea por cansancio, porque alguien te metió un puñetazo, o simplemente por curiosidad. En el centro del mosh puedes investigar a fondo el mosh, mucho más que en las afueras de la galaxia. En el centro del mosh sientes el calor, sudor, olor, amor y miedo de la gente a tu alrededor. Vislumbras que cada danzante es único, que se mueve diferente, disfruta diferente. Sientes que cada persona tiene diferentes grados de energía e incluso quién te gusta más. Puede ser el encuentro maravilloso de dos desconocidos, que con el tiempo se volvieron amigos, o en el mejor de los casos una mirada, un roce, un hola seductor, que servirá de aliciente para una posterior cita romántica.
Obviamente no todo es humano, porque también existe gente imbécil que utilizan esa energía del rock para aprovecharse del desorden y tratan de robar, manosear, romper, por lo general son gente cobarde que no tiene huevos, ni ovarios. De todos modos, incluso la parte desagradable del mosh puede ser divertida, anecdótica, e incluso sangrienta, todo depende de las circunstancias y del tipo de personalidad que tenga el afectado. Recuerdo algunos conciertos de metal en Quito que fueron suspendidos por esa gente imbécil que se escuda en el mosh, o en la multitud en general para buscar pleitos, venganza, lanzar botellas, o quién sabe qué mierdas escondidas en su cerebro.
El mosh ha ido evolucionando con el tiempo y se han inventado novedades como la pared de la muerte. Recuerdo cuando presencié por primera vez la pared de la muerte en el Centralazo del 2014. La idea para mí era nueva por lo que no participé, sólo quería aprender para posteriormente en otro concierto arriesgarme. La idea es reunir dos bandos multitudinarios de gente a cada costado y luego de una cuenta regresiva hacer contacto físico.
Acá está LA PARED DE LA MUERTE DEL CENTRALAZO 2014 EN YOU TUBE. PARED DE LA MUERTE, CENTRALAZO
El mosh seguirá evolucionando conforme el rock lo haga, y eso tiene mucha garantía porque el rock nunca morirá!
No hay comentarios:
Publicar un comentario