domingo, 23 de abril de 2017

339) La Sociedad del Cansancio, Byung Chul Han, 2012



El cansado tiene un gran corazón
Maurice Blanchot

Todos nosotros deberíamos jugar más y trabajar menos.

Entonces produciríamos más
Byung Chul Han



Estamos viviendo una sociedad acelerada, de frecuentes cambios, de relaciones fugaces, lo que el sociólogo polaco Zigmunt Bauman llamaría una sociedad líquida. Todo tiene que ser rápido,veloz; pero al mismo tiempo eficiente y positivo. El animal laborans en que nos hemos convertido en el siglo XXI tiene que producir, estudiar. Hacer y hacer y hacer. Tenemos múltiples tareas que se generan debido a las obligaciones impuestas y autoimpuestas. Trabajo. Relaciones. Deportes. Objetivos. Metas, Objetivos. Todo tiene que ser de alto rendimiento.
Desde el colegio nos torturan con la idea de llegar al éxito, obviamente un éxito preestablecido por las normas para el bien de una sociedad de consumo. Para ser un ciudadano respetable. De obtener un título, buenas notas, que en muchos casos sólo sirvió para limpiarse el culo. Byung Chul Han, en este maravilloso ensayo, añade que esta sobrecarga de positividad está generando enfermedades neuronales, patológicas, como la depresión, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad y el trastorno de límite de personalidad. Esta teoría la podemos contrastar con los datos de la OCDE, que debido a las exigencias de una sociedad competitiva Chile ocupa el segundo lugar, luego de Corea del Sur, en tasa de suicidios. En este contexto, llama la atención el aumento de los suicidios en la población joven. A nivel mundial, se trata de la segunda causa de muerte entre las personas entre 10 y 24 años.
La sociedad entera está enferma de este exceso de positividad. Es una sociedad violenta, en el sentido de la autoexplotación de trabajo, superproducción, superrendimiento y supercomunicación. Estamos saturados, lo que genera depresión y el sentimiento de fracaso para quienes no logran rendir lo esperado por los cánones de la sociedad. Es cuestión de prender la televisión y mirar por ejemplo, los deportes. Es un claro ejemplo a qué límite casi inhumano hemos exigido, lesionado nuestro cuerpo para generar la maquinaría competitiva en el fútbol, básquet, tennis, juegos olímpicos. Los deportistas ya no se divierten, sino que tienen que cumplir las expectativas de quienes han formado todo ese circo sin sentido de la generación del deportista de alto rendimiento. Obviamente orquestada por los millones de dólares y la propaganda para mantener a los hinchas y al ciudadano bien dopado.
Alan Ehrenberg en La Fatiga de Ser Uno Mismo, 1998, advierte: El individuo soberano, semejante a sí mismo, cuya venida anunciaba Nietzsche, está a punto de convertirse en masa. Paradójicamente, en el siglo XXI esta sentencia ya ha llegado, pero ese sí mismo utópico ya está suplantado por las obligaciones de la sociedad y por uno mismo de esta sociedad líquida. Al animal laborans, el que se explota a sí mismo atribulado por el exceso de tareas, lo que genera depresión.
Byung Chul Han en el capítulo Vita Activa, expone:
La sociedad del rendimiento no es ninguna sociedad libre. Produce nuevas obligaciones. La dialéctica del amo y el esclavo conducen finalmente a aquella sociedad en la que todo aquel que sea apto para el ocio es un ser libre, sino más bien a una sociedad de trabajo, en la que el amo se ha convertido en un esclavo del trabajo, En esta sociedad de obligación, cada cual lleva consigo su campo de trabajos forzados. Y lo particular de este último consiste en que allí se es prisionero y celador, víctima y verdugo, a la vez.
Estamos supercomunicados. La aparición de las redes sociales y su utilización excesiva ha generado, de manera contraria a lo esperado, menores vías de comunicación en la vida real. La gente ya no habla. Es el siglo de la soledad.
Hermann Melville, en su relato Bartleby, el escribiente ya advirtió esta Sociedad de Rendimiento con ese magistral Preferiría no hacerlo, en contra de Wall Street, la vida agitada del trabajo, de las exigencias y de una sociedad en decadencia humana, según Deleuze, Bartleby no es el enfermo, sino el médico de una América enferma, el nuevo Cristo, o el hermano de todos nosotros. 
Comúnmente, esas frases clichés como Sé algo en la vida, Haz algo en la vidaObtiene un Título, Sí se puede, Yes, we can, no están generadas de ideas humanas de esperanza, corazón y conocimiento de uno mismo. No. Para nada. Están generadas por el monstruo apocalíptico de una Sociedad de Rendimiento, una Sociedad de Atribulaciones, Exigencias, una Sociedad de Culto al Dinero, una Sociedad Consumista.

Que Descansemos en Paz.







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