A veces, cuando vas a un concierto de rock, metal, o derivados estilos de esta música, te das cuenta de lo uniformes que son al vestir y pensar. En general se habla de libertad y de letras contestatarias con el sistema imperante; pero si te quedas a un lado de la vía, reflexionando, fuera de todo el grupo y el rebaño, descubres las inconsistencias de la mal llamada libertad en el rock, y en última instancia el trauma de ser rockero.
Antes de exponer las razones por las que creo que considerarse un rockero es un trauma social, debo confesar que me encanta el rock y el metal, además de otros estilos de música; por lo tanto respeto a quienes se creen heavys, rockeros, metaleros, blackeros, punkeros y otros eros que ahora no quiero acordarme.
En esencia, ser rockero no significa amar la música del rock y el metal. No es necesario identificarse con el concepto que ha creado la cultura del rock para amar esta maravillosa música. Por lo general la gente cree ser rockero por razones sociales, para no estar fuera del rebaño. Los grupos sociales, políticos, culturales, evitan la disgregación y la atomización del pensamiento con el fin de la uniformidad, para manejar a un enorme grupo fácilmente.
Esto causa que la gente y en este caso el llamado rockero piense, actúe, se vista, disienta de manera parecida. Esto genera conflicto y estupidez del entendimiento del prójimo, de lo diferente, de la función de la otredad; de manera particular en este siglo, donde cada vez el Pensamiento Complejo y La Complejidad que estudió el sociólogo francés Edgar Morín abarca cada parte de nuestra vida. Nuestros zapatos son fabricados en China, nuestro pantalón en Ecuador, nuestra camisa en Taiwan. Esta complejidad no sólo es en lo interior, sino en el pensamiento. Al entender lo distinto, lo variable, se puede realizar una desestructuración de ser un rockero en varios elementos y constructos de pensamiento. Al final de esta desestructuración se concluye que el sujeto es absorbido en mucho porcentaje de pensamiento por el objeto. El sujeto es la persona, el objeto es el concepto de ser rockero. Entonces, si tú te crees un rockero, no eres una persona íntegra, sino que tu pensamiento está muy socavado, fracturado por ósmosis social. Estás traumado. El ser rockero no es el ser que tú eres, sino que te apropias de ese concepto por falta de tono para seguir tu propio camino y conocerte a ti mismo.
He asistido por veinte años, de manera muy aleatoria, inconstante, a conciertos de rock metal y esa uniformidad es muy enfermiza. La putrefacción y el fanatismo de los rockeros llega a su máximo apogeo cuando utilizan las palabras como novelero, o poser, es cuando mi límite de tranquilidad se acaba y me enfado interiormente. Me da mucha pena y rabia quienes utilizan esas palabras fanáticas para defender a su rebaño. En esencia es eso, defender a sus borregos de lo diferente, de la alteridad. De entender al otro, a su esencia, su proceso y su propia construcción mental. No, ellos critican por cosas superficiales como vestirse con camisetas de bandas de rock sin saber de ellas, no asistir a conciertos de rock, no apoyar a las bandas nacionales y un montón más de cánones que la élite del rock necesita por varios intereses de poder, dinero y alienación. Estas personas son idiotas al no poder dejar su maldito ego colisionado, socavado, fragmentado socialmente por muchos factores, pero imbéciles por no construirse a sí mismos. De pararse con sus propios pies. Ellos no conocen, ni conocerán el corazón del otro. Tampoco el suyo.
Ser rockero es un trauma. Una fragmentación. Una guerra contra los demás y contra ti mismo.
Maduren rockeritos.
!Viva el rock y el metal!