jueves, 13 de agosto de 2015

354) Bariloche, Andrés Neuman 1999.


  Novela que relata la vida anónima, como millones. La vida sencilla, pero profunda, compleja de un recolector de basura: Demetrio Rota. Trabaja en un camión, con el Negro. Un personaje también con estilo y lenguaje que resalta y enriquece a la novela. Relata con poesía lo urbano, los centros comerciales, las calles atestadas de gente, hasta la basura. Basura existencial y física. Un balance poético que empuja a la historia, sin llegar a ser una historia sin multiplicidad de registros. Aquí descubrimos a un Andrés Neuman jovencito, 22 años, pero con mucha poesía y tenacidad para narrar. Resiste a una segunda lectura.

355) Jorge Velasco Mackenzie, El rincón de los justos 1983


Novela con mucha técnica y un ritmo desesperante. 
Parece que las líneas se estrujan entre sí.
Matavilela, lugar donde se mata la vida.
Allí surgen personajes con carácter.
Fuertes y mansos como el Guayas.
El ojo mirador que mira a Leopoldina.
Siempre.
Vigilante.
Ojo que espera la muerte de la visión clandestina de la 
aceptación de lo inesperado.
Cristof, el equilibrista, que está en la cuerda floja y mira a los personajes en la 
clandestinidad de Guayaquil. Calor, humedad y la fricción del dolor. Miseria ilusa y la vida es una carretera que continúa sin insectos ni Dioses. Nada, en el Guayas el dolor se exhala.
Suerte o Muerte, panas.
Sexo o nerviosismo. 
Narcisa Puta. Narcisa Virgen.
Da lo mismo, man.
Mil sentimientos y un incendio final.
Fuego de sangre, odio y amor.
Recorrerá esta novela por tu sangre.
El rincón de los solitarios.
Justo en el clavo.