¿Sería necesaria una smart policy
(política inteligente) que condenara a la superfluidad las elecciones y las
luchas electorales, el parlamento, las ideologías y las reuniones de los
miembros, una democracia digital en la que el botón de me gusta suplantara la papeleta electoral?
Byung Chul Han, En el enjambre
"No hago turismo, sólo escucho música analógica, no trato a mis alumnos como a clientes y cultivo un jardín. También eso es política"
Byung Chul Han en Un 'jukebox' y el jardín, Menos darle al 'like' y más coger el azadón,
Artículo de Nuria Navarro, Barcelona, 2 de junio de 2018
Este libro trata sobre la comunicación digital y su influencia en el siglo veintiuno. Desde la aparición de internet y el smartphone, somos constantemente bombardeados de información, tanta, que poco a poco nos embriagamos y nos volvemos adictos a cazar información. Marshall McLuhan, especialista en medios electrónicos, ya lo predijo en 1964: «La tecnología eléctrica ya está dentro de nuestros muros y estamos
embotados, sordos, ciegos y mudos ante su encuentro con la tecnología de
Gutenberg».
Este bombardeo no sólo implica la información de las noticias de todo el mundo, sino las particularidades de la vida de millones de seres humanos conectados a las redes sociales. Estamos desnudos frente al mundo, y cada vez más deseosos de darnos a conocer. Byung Chul Han llama a este fenómeno una mirada sin distancia, sin respeto. La intimidad ya se ha convertido en un espectáculo, como La sociedad del espectáculo, titulo de un libro de Mario Vargas Llosa. Cada vez somos imágenes de nosotros mismos, alejados ya de lo que Roland Barthes definía a la esfera privada: «esa zona del espacio, del tiempo, en la que no soy una imagen, un
objeto»
Con la masividad de plataformas donde el usuario puede ser emisor de mensajes, la comunicación ha evolucionado de jerárquica a participativa, política. Somos creadores de información, receptores, consumidores y consumidos al mismo tiempo. Por ello es que plataformas como Facebook, Twitter ya se han convertido en plataformas políticas, lleno de usuarios sin poder jerárquico político y campañas políticas donde los mismos actores políticos puedes expresar sus opiniones para encaminar una idea política a su favor.
La imagen del enjambre nace del ruido de shitstorm. De la tormenta de mierda y bombardeo de información a la que estamos expuestos y que somos adictos. El ruido lo provocamos todos, y consumimos con gusto esa miel de información. Con tanta variedad de información, el Homo Digitalis se ha vuelto un experto cazador de información que LE GUSTA, que QUIERE CONSUMIR.
De allí nace el famoso like, el famoso me gusta.
De allí nace la Política Digital del Me Gusta.
Bienvenidos al Enjambre Digital.
Sin embargo Byung Chul Han no reconoce a este Enjambre Digital como una masa; en absoluto es una masa, es un conjunto de personas solitarias, aisladas, muchas veces en el anonimato. Este particular enjambre del siglo veintiuno, por primera vez en la historia, no se constituye la voz de JUNTOS, de NOSOTROS, sino la aparición narcisista del YO, de los individuos digitales solitarios. Como decía el escritor colombiano Mario Mendoza en una entrevista con el periodista Marlon Becerra: "Este es el siglo de la soledad".
No se trata de una soledad introvertida como sucedió en el siglo pasado, según Marco Aurelio Denegri se trata de un proceso de extraversión, donde el usuario de los medios digitales vive en la inmediatez de la información, y ya no tiene tiempo para que suceda el proceso de introversión, de profundización. La proliferación de estímulos ya había comenzado en el último tercio del siglo veinte, y ahora, existen todos los medios para que el ciudadano promedio nunca se aburra. La gente empezó a extravertirse. Sin embargo, como ya lo diría Mario Bunge: "Toda innovación de la mano de la tecnología tiene un lado negativo" y este fenómeno digital trajo consigo la reducción del MUNDO INTERIOR de cada usuario digital.
Dentro de la cultura formativa surcoreana y japonesa de la que proviene Byung Chul Han, se debe entender que la atomización y diversidad de extensiones digitales es mucho mayor a la cultura occidental, tanto, que se reduce al mínimo el contacto social por adicción al Enjambre Digital. En Japón, por ejemplo existen los hikikimoris, que son personas que ya no salen de su casa, que renuncian a la vida social y del trabajo para encerrarse indefinidamente en el Enjambre Digital, ya sea mediante la adicción al internet o los videojuegos. Byung Chul Han retoma el término hikikimori para señalar al Homo Digitalis como : "hikikomoris aislados, singularizados, que se sientan
solitarios ante el display (monitor).
Medios electrónicos como la radio congregan a hombres, mientras que los medios
digitales los aíslan".
Este fenómeno es muy exitoso dentro del Enjambre Digital. Muchas corporaciones y empresas lo han explotado de manera eficaz para atraer a muchos consumidores en las redes sociales, mediante la caza de Me gusta. Facebook vende esta información a los emprendedores para vender su mercancía y atraer a sujetos que están cerca de un enjambre específico del Me gusta. Por primera vez la explotación no proviene de agentes externos, sino internos, porque cada usuario se explota a sí mismo. Gracias al Big Data, que lo sabe todo acerca de los gustos del usuario, puede explotarlo de manera contenta y feliz. En esta autoexplotación vemos que las profecías de George Orwell, con 1984 y ese Big Brother que todo lo sabía desde una manera jerárquica ha fracasado, en cambio Aldous Huxley, con su profecía de Un mundo feliz, se parece más a la realidad, porque vivimos en una época donde aparentemente todos mostramos nuestras mejores sonrisas, incluso nuestro consentimiento de ser explotados, ya sea de manera consciente o inconsciente.
La proliferación de los diversos Panales Digitales ha reducido la verdadera comunicación táctil por la pantalla táctil. Byung Chul Han se refiere a la comunicación de los otros sentidos olvidados por la comunicación digital, como es el sentido del tacto con el otro, el olor y la cercanía con otras personas. Cada vez es más frecuente que se evite el contacto con otras personas en la vida real. El smartphone funciona como una especie de espejo narcisista y los selfies son la muestra a la sociedad del espectáculo de esta singularidad tecnológica. Los seguidores en Instagram por la imagen enamorada del narcisista digital son una prueba de su función como espejo. Cada me gusta reafirma la positividad de la sociedad, que a menudo Byung Chul Han remarca en sus libros. Con la positividad se entiende a que el No me gusta no puede existir, el negativismo y la crítica de una imagen, no puede existir por ningún motivo, porque será borrada, bloqueada, porque la imagen tiene que ser brillosa, perfecta, impoluta, para los consumidores de los Panales Digitales.
Esta positividad en la era digital es perjudicial porque no admite críticas, no admite negatividad. De esta manera, los usuarios digitales se agrupan por la colectividad del Me gusta, de la política del Me gusta. Se forman grupos de Facebook de determinado tema religioso, cultural o político y cuando alguien piensa distinto es expulsado, porque no está dentro de la política del Me gusta, del Mundo Feliz y lleno de Me gusta y Me encanta, incluso los Me Divierte son vistos con un Me enoja. Esta sociedad digital incita, anima al usuario a que sea diferente, distinto, pero es imposible ser distinto dentro de la positividad. Esta positividad según la teoría de Han, ha generado individuos más aislados, porque al estar concentrados en lo que LES GUSTA, el individuo ha perdido la habilidad social para enfrentarse a grupos humanos donde la alteridad, lo distinto está presente. El Homo Digitalis está concentrado en el Me gusta, en su particular hedonismo, en su felicidad, en sus metas, en su autoexplotación y su mirada poco, a poco se reduce, se empobrece.
La positividad mantiene lo igual, sostiene Byung Chul Han porque la comunicación digital es una pobre mirada, sin la necesaria profundidad que una comunicación íntegra ofrece. Esta positividad invade ámbitos más allá de las relaciones entre personas, por ejemplo se puede apreciar dentro de la comunicación visual entre el sujeto que mira una imagen de un lugar y aspira el aroma positivo de la misma. La positividad de esta muestra de imágenes se vende mediante los Panales Digitales en Agencias de Viajes. Es por ello que existe el Síndrome de París, donde varios japoneses sufren alucinaciones, mareos, sudores, cuando la imagen positiva del París que vieron en imágenes no concuerda con la París que ven ante sus ojos cuando están ahí.
Byung Chul Han en su capítulo De la acción al tecleo, realiza una simpática profecía, dice que el ser humano en el futuro ya ni siquiera necesitará manos, sino sólo con informaciones ajenas a los objetos. Esto se refiere al hecho de que el nuevo hombre teclea en vez de actuar, algo parecido a escribir ficciones en vez de vivir. En el futuro sólo querrá jugar, divertirse, sentir placer, sin importarle si la vida es realidad o digital. En el futuro hasta el sexo llegará a ser virtual, no muy alejado de la realidad, ya que en Japón existen las novias virtuales, que no son sino aparatos, máquinas o simples muñecas que apoyan su positividad, que no lo critican, que no son negativas, y que requieren pocos recursos para convivir con ellas. En ese sentido lúdico, hasta el trabajo se convertirá en placer, porque poco, a poco, las líneas jerárquicas desaparecerán y los individuos se explotarán a sí mismos, muy gustosos y contentos, hasta su muerte, hasta que se conviertan en fantasmas.
Y los fantasmas qué?
Byung Chul Han sostiene que los fantasmas ya no son los que asustan más allá de la muerte, sino que en vida existen los Fantasmas Digitales. Qué sucede con los usuarios que fallecen y dejan su vida en imagenes, incluso con extrañas claves en redes sociales y smartphones, qué pasará con esos fantasmas que pululan en el internet. El Big Data será tan sabio para dejarles un purgatorio, o será tan canalla para bloquear su cuenta y mandarlos al infierno del olvido. Quién sabe. Qué sucede con las decenas de grupos políticos, culturales y deportivos, que por la emoción de un Me Gusta florecen una semana, un mes y al día siguiente, a causa de la sociedad inmediata, líquida que estudia Zigmunt Bauman, muere, decae. Qué sucede con las parejas que se juran amor eterno en la era digital, que se mandan wasap floridos y emocionantes, pero al cabo de dos meses, eso ha muerto. Quién sabe. Qué sucede con las personas bloqueadas en Facebook, mueren en la realidad, mueren dentro de las pantallas, mueren en los Panales Digitales o están en alguna especie de Matrix dentro del Big Data, qué clase de tumbas son esas, en qué mundo paralelo del Homo Digitalis existen.
De una cosa estamos seguros: al final de los días descansarán los muertitos digitales, después de semejante banquete de información. Serán emoticones, serán desgastados memes, serán enlaces, serán 404 page not found, serán páginas de Facebook inaccesibles.
Que descansemos en paz en la era digital.